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22 de marzo de 2009

COLBUN: SOBRE SEISMOS Y REPRESAS


En la discusión ciudadana tocante a la intervención que Colbún pretende realizar en el río San Pedro, ha sido recurrente la mención a la posibilidad de ocurrencia de eventos sísmicos que pongan en peligro las obras físicas a construir en el lecho del río; se manifiestan temores que corcoveos de la madre tierra, generen un buen zamarreo del dique de concreto y goma de los señorones de Colbun, lo suficientemente intenso como para que este ceda a la presiones de los elementos, y estos se desmadren aguas abajo. El argumento de fondo viene a ser que toda la región tiene una conocida vocación sísmica, cuyo principal botón de muestra lo es ni más ni menos, el haber sufrido el cataclismo de este género de mayor intensidad y violencia ocurrido en algún lugar del mundo en casi toda la historia contemporánea.

De allí, los recelos en este sentido tienen un fundamento más que razonable. Un buen terremoto es capaz de voltear una represa, debilitar sus estribos o producir fisuras en su estructura, aunque todo esto viene en representar peligros a los cuales está expuesta toda obra humana. Existe no obstante, una curiosa hermandad seísmo-dique, digna de ser analizada. Hay ocasiones en que la construcción de la represa, el llenado de embalse y su posterior operación, desatan los uno y mil demonios que hacen que la madre tierra convulsione y nos recuerde nuestra precariedad con algún terrorífico manotazo.

El fenómeno es conocido como sismicidad inducida y ha sido reportado como la principal causa de sismos de origen antropogénico, seguido a cierta distancia por las pruebas con petardos nucleares. Ha sido más observado en embalses con una altura de la columna de agua superior a 100 metros y con volúmenes de agua superior a los 1000 millones de m3, aunque también se presenta con cierta frecuencia en represamientos más pequeños. Se distinguen dos tipos de sismicidad inducida por embalses: la de respuesta rápida y la de respuesta demorada. La del primer tipo se presenta durante el llenado de los embalses, mientras la segunda suele aparecer meses después durante la operación de los mismos. Respecto a las causas, hay una directamente relacionada con el aumento de la presión estática sobre el fondo del embalse y que viene en producir cambios en los esfuerzos elásticos. Una segunda causa tiene que ver con la infiltración del agua por áreas permeables hasta capas porosas y zonas de fallas, con la llegada del agua a materiales que se saturan, pierden cohesión o se hinchan. Entonces sobreviene algo muy parecido a lo que ocurre en el conocido juego liceano de hacer parir la chancha. La presión tiene que reventar por algún lado y lo hace vía un terremoto.

Vamos ahora, al caso del Colbún. En el Informe de Geología presentado al SEIA, pueden leerse cosillas como “fallas y diaclasas que afectan rocas, de algunos metros de longitud” y de “zonas de inestabilidades (desprendimientos y deslizamientos) que en principio se puede explicar por el fracturamiento que sufren esas rocas”. Se habla también de “ablandamiento de las lutitas y conglomerados con el agua”. Resulta lógico entonces preguntarse si el llenar un embalse con el peso equivalente en agua a unos 600 titanic con pasaje completo y con una altura de la columna de agua de 40 metros, no modificará las leyes de infiltración del río San Pedro, precipitando un temblor o lo que es peor un terremoto; o si el sólo efecto del peso del agua podrían parir cerros y laderas.

La respuesta puede estar escrita en otras experiencias como la vivida en la presa Camarillas sobre el río Mundo en España. El muro que obstruye el cañón del río tiene una altura sobre el cauce de 36 metros y de 44 sobre los cimientos, un volumen de hormigón de 6000 m3 y embalsa hasta 35 millones de metros cúbicos de agua, como puede verse hay similitudes llamativas con el proyecto sobre el San Pedro. Con el comienzo del llenado del embalse en 1961, comenzaron a percibirse temblores y pequeños terremotos. De los casi 200 movimientos producidos en la zona, 12 fueron clasificados de muy fuertes, y otros 55 de magnitud 4.En general no existía ninguna duda que los sismos eran causados por el agua embalsada, razón por la cual se limitó la altura de la columna a 24 metros sobre el lecho, por un período de dos años. El veredicto final de los expertos fue que el río Mundo atravesaba zonas de fallas y fracturas en el vaso, al igual que el río San Pedro en Chile. Al paso, ambos ríos presentan un gran heterogeneidad en su subsuelo que suele ser considerara como el tercer componente precursor de terremotos inducidos por embalses.

De lo anterior, surge un consejo para los señorones de Colbún. La naturaleza es sabia. Si ella decidió que los cuerpos de agua lacustre en la Hoya del Valdivia, debían llegar hasta el desahüe Riñihue, en una experiencia única de miles de años, es algo aventurero agregar uno más. Hagan caso a la madre natura. Y si son creyentes construyan junto a la represa una capillita, con el fin ulterior de alcanzar a confesar los pecadillos colbunianos, antes del próximo temblor.




Carlos Ríos Mardones

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